domingo, 25 de septiembre de 2016

Pareidolia

Es un fenómeno psicológico bastante común. Consiste en creer ver formas definidas en formas indefinidas.

Recuerdo que, en su momento, alguna revista amarillista publicó en portada una fotografía de las Torres Gemelas durante el desastre ocurrido el 9/11 en Estados Unidos. La revista afirmaba que, si poníamos atención, se podía percibir claramente el rostro del diablo en el humo negro.

Bueno, sí, si ponemos en marcha nuestra imaginación y todo nuestro poder acrítico de ingenuidad, podemos ver ahí (y en cualquier otro lado) el diablo, la luna, un bicho y cualesquiera otra cosa que se nos antoje.

(Crestomatía. Imagen obtenida de https://es.wikipedia.org/wiki/Pareidolia)

Hay ejemplos de pareidolia en todos lados, pero hay unos que resultan perfectamente ridículos, como el caso de la Virgen o el rostro de Cristo en una pieza de pan tostado o en una loseta del piso del Metro de la CDMX.

Independientemente de las razones de por qué la Divinidad querría representarse a sí misma en el piso o en una pieza de pan barato comido por personas aviesas, cosa que de por sí resulta ya demasiado, ¿por que no pensar que lo que se ve ahí no es mejor el rostro de Santo Tomás o, mejor aún, de mi tío Juán ya fallecido? Hay mil opciones más, ¿por qué la Divinidad y no otra cosa?

El grueso de la gente adulta es bastante infantil, por así decirlo, y por tanto tiene opiniones ingenuas relacionadas con infinidad de cosas. Una de ellas es, y con esto termino, dar por cierto que hay algo en donde no hay nada.