domingo, 30 de octubre de 2016

Anexar México a Estados Unidos (continuación)

Justo después de publicar el post anterior, Anexar México a Estados Unidos, recibí la siguiente réplica: existen infinidad de cosas que hacen de este país algo bueno (cultura, bellezas naturales, etc), así que no todo es malo y hay cosas buenas por las qué pelear, y por tanto es reprobable la idea expuesta.

Un país es muchas cosas, su gente, sus tradiciones, su territorio, sus costumbres, su lengua, su religión, su moneda, etcétera. En este sentido no es posible concebir la idea abstracta de país (¡viva Berkeley!1).

Así las cosas, ¿qué es México? Quien lea esto, y dudo mucho que alguien lo haga, estará pensando que voy a lanzar una retahíla interminable de defectos que hacen de este país un país de tercera, o dicho mediante un eufemismo, un país en vías de desarrollo o de tercer mundo. Pero no lo haré.

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Argumentaré ad hominem. Quiero decir, para argumentar mi consentimiento de que el territorio mexicano se anexe a un país de primer mundo, voy a conceder justo lo contrario, a saber, la presencia de una cultura prehispánica valiosa, de tradiciones singulares, de pueblos mágicos, bellezas naturales inagotables, flora y fauna silvestres únicas, y por supuesto la existencia de mexicanos valiosos para la ciencia y las artes.

El mundo entero sabe que prácticamente todos los habitantes de Chiapas viven en la pobreza; gente incapaz de alcanzar una vida mínimamente decorosa, que lucha a diario contra el hambre, la enfermedad y la corrupción. Los increíbles estados de Guerrero y Oaxaca, igual. Para acabar rapido, el porcentaje de la población no pobre y no vulnerable asciende sólo al 20.5% de la nación mexicana2, el resto..., ¡al diablo!

Ahora sí, preguntemos, ¿cómo los bienes concedidos anteriormente lograrían convencer racionalmente a nadie, y sobre todo a los que tienen poco o nada y sí mucha hambre y sed (el 80% de la población), que este país es un buen lugar para vivir? ¡Pero qué diablos me importa a mí que el territorio nacional esté lleno de pueblos mágicos, si yo y el resto de la población trabajamos diario como animales sin la esperanza de dejar de ser pobres! ¡Qué diablos me importa a mí la existencia de la cultura más exquisita, si tengo hambre, hambre que me vuelve incapaz de disfrutar esa cultura y asistir a la escuela, a la cual llegaré muy probablemente sólo al 3er año de secundaria3!

Me parece que si nos negamos a aceptar ideas como aquella que concedo en este post (anexar el territorio mexicano a un país de primer mundo), y con esto finalizo, será por un amor incondicional (absolutamente irracional) a la tierra que nos vio nacer, y no gracias a una reflexión mínimamente trabajada.

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Si nos empecinamos irracionalmente en sentir orgullo por este país (de ese mismo orgullo tonto que tienen los que asisten al Ángel a celebrar un triunfo de la selección mexicana de futbol, o de los que asisten al grito frente al Palacio Nacional), diremos entonces, y entre otras cosas, que sentimos amor por nuestro país igual que el amor incondicional que sienten las madres por sus hijos, aun cuando éstos sean delincuentes y alimañas de la peor ralea.

(No te pierdas el post que dió comienzo a este texto.)



1 Una de las ideas fundamentales del filósofo irlandés, George Berkeley, es aquella de la imposibilidad de las ideas abstractas. De esta forma, toda idea debe contener en el fondo detalles de contenido acerca del objeto al cual refieren.
2 Medición de la pobreza en México por el CONEVAL, 2014.
3 El número de años promedio de educación en México es de 9.1. INEGI, 2015.

domingo, 23 de octubre de 2016

Anexar México a Estados Unidos

México no es un país de primer mundo y probablemente nunca llegue a serlo. Por un lado tenemos la corrupción, la ineptitud y la apatía de sus gobernantes (sexenio tras sexenio); y por otro, el modo mexicano de ser, en el que no parece existir ese sentimiento de superioridad, de sobresalir, de sobreponerse a todo y a todos. Al menos, este par de cosas evitan hoy y, como digo, evitarán siempre, que este país llegue a formar parte de las naciones de primer orden.

Si uno quiere recibir educación de primera calidad como en el primer mundo, en definitiva jamás va a encontrarla en las escuelas públicas de nivel básico y, me atrevo a decir, medio superior (1). En el mismo caso están los servicios que provee el Estado, como la salud y el agua; o los servicios de privados, como la telefonía celular, los ISPs y otras muchas cosas.



Si alguna vez divisamos avances y desarrollo en algunos pueblos al interior del país (de esos en los que parece que aún se continúa viviendo en el siglo XIX, trasladándose con vehículos a tracción animal y arando la tierra con instrumentos aún más viejos), no es jamás gracias al Estado, sino a la riqueza venida de los braceros que viajan a Estados Unidos. Pero no hablemos más de las carencias de este país, que son bastante conocidas y listarlas resultaría inútil.

Uno tiene muchas veces pensamientos idílicos e imposibles, como cuando nos decimos: Si yo fuera Presidente... En este sentido, hace tiempo soñé despierto en la idea de que México dejara de ser un país y se anexara, así nada más, como parte del territorio estadounidense. Si esto sucediera, ahora sí viviríamos en un país que se toma en serio muchas cosas, entre ellas, ser un país de verdad, cuyos ciudadanos tienen motivos reales para sentirse orgullosos de pertenecer a la nación en que nacieron. Viviríamos en un país que sí apoya a sus ciudadanos a ser los mejores. A ser los mejores del mundo en deportes, en la guerra, en los negocios. De seguro la mayoría de todos nosotros dejaríamos de ser pobres y nos convertiríamos, quizá en cosa de unas cuantas generaciones, en clase media.
Pero esto no es posible, y a la mayoría no nos queda otra que seguir siendo mexicanos.

Me siento incapaz de sentir orgullo de mi país, de modo que cuando alguna televisora nacional o el gobierno, etc., ensalza a ciertos mexicanos que han triunfado, vendiéndonos la idea de que ser mexicano es algo bueno, pierdo más aún la fe. Pues el problema con estas ventas es que, y con esto finalizo, muchas veces ponen ejemplos de hombres y mujeres sobresalientes que se han formado en otros países, en países de primer mundo. Y obviamente esto no es un argumento de nada, pues en este sentido México no constituye la menor parte del éxito de dichas personas. Corrijo, sí constituye parte del éxito, pero no es una parte encomiable: si tales personas tienen algo que agradecer a México, es el hecho de haberlos hecho vivir en un contexto de pobreza, corrupción y lleno de un montón de falta de oportunidades. Esto es lo que deberían agradecer, ya que no hay mejor acicate que tu propio país te obligue a abandonarlo para buscar en otro lugar, allende sus fronteras, las oportunidades que no te da.

No te pierdas la continuación de este post.




(1) No extiendo esto al nivel superior, ya que la UNAM y el Politécnico son, en muchos casos, escuelas encomiables.

domingo, 16 de octubre de 2016

Los fantasmas son tan posibles como los seres humanos

Cuando interactuamos con otro ser humano observamos en él toda clase de muestras que nos sugieren la idea de que él es semejante a nosotros, es decir, que es racional, un ser pensante. En pocas palabras, tales muestras (por ejemplo el habla) nos sugieren que el cuerpo humano que tenemos enfrente no está hueco ni muerto, sino que en él habita un espíritu (alma, yo, conciencia, etc) que rige sus movimientos y se expresa con dichas muestras que a nosotros nos sugieren su existencia.

Evidentemente jamás podemos asegurar que existen otros seres pensantes semejantes a nosotros mismos con el solo hecho de ver cuerpos humanos moverse en la calle. Con esto no quiero decir que no existan otros seres humanos; lo que quiero decir es que no podemos demostrar auténticamente su existencia. Ver a alguien hablar elocuentemente y moverse de tal forma que nos sugiera su ser racional, no asegura la existencia de un ser racional pensante, ya que lo único que percibimos son sensaciones variopintas (visibles, audibles, táctiles, etc), no al ser pensante en sí mismo. Digámoslo de otra forma. El ser pensante nunca es percibido. Lo único que percibimos son sensaciones visibles, audibles, que, en el mejor de los casos, sugieren ser efectos de un ser racional semejantes a nosotros mismos. Ahora, una sugerencia es sólo eso, una sugerencia, una posibilidad, no una demostración de nada.

Crestomatía. Imagen obtenida de http://el-cine-en-rosa.blogs.diezminutos.es/2015/09/16/lo-que-no-sabias-de-ghost

Tanto es así, que tales muestras de racionalidad, tales sugerencias, perfectamente pueden encontrar su causa en cualquier otra cosa excepto en un supuesto ser humano pensante. Por ejemplo, justo ahora, tú (la persona que está leyendo esto) puede estar durmiendo ahora mismo y soñando que está despierto y hablando con una persona racional (1).

Ahora bien, si ni siquiera podemos asegurar la existencia de otros seres humanos pensantes iguales a nosotros mismos, ¿cómo, por vida de Dios, nos atrevemos a asegurar la existencia de cosas extrañas pensantes tales como fantasmas y sucesos paranormales originados por espíritus ambulantes?

Pensemos un poco, en nuestra experiencia, ¿qué presupuestos son necesarios para que algo o alguien vea, oiga, sienta, huela y saboree? La respuesta es que ese algo o alguien sea un ser percipiente con facultades para percibir, sentir; y desde luego que posea un cuerpo mediante el cual pueda sentir, percibir.

Si bien es cierto que lo que siente (oye, huele, etc) no es el cuerpo sino la mente, ésta no siente sino a través del cuerpo. Como quiera que son las manos, los oídos, la nariz, la boca y los ojos los medios a través de los cuales la mente obtiene sus objetos de conocimiento sensible. De esta forma, ¿cómo se supone que podemos afirmar que un fantasma nos estaba mirando feo, si evidentemente no tiene ojos? Cualquier respuesta necia que se dé al respecto, caerá en nuevas presuposiciones que, para no variar, no pueden comprobarse.

Crestomatía. Imagen encontrada en http://desmotivaciones.es/carteles/terrorificos.

Ahora, hablando de la gente seria que está convencida de haber experimentado situaciones paranormales, jamás podemos decir que sea falso lo que experimenta. Lo que sí podemos decir es que, muy probablemente, lo que experimenta no tiene como causa lo que dicha gente piensa que es su causa.

Es decir, y con esto concluyo, uno puede encontrar sin mucho esfuerzo varias razones que expliquen perfectamente cada una de las experiencias paranormales que la gente dice haber experimentado. La actividad paranormal sufrida se reduce, así, a un montón de hechos reales (no espectrales) no comprendidos suficientemente.


(1) Demostrar que se está en estado de vigilia y no durmiendo, es un problema clásico y no tiene respuesta. Arthur Schopenhauer llegó a decir que el único momento en que uno sabe que está en vigilia es en el justo momento de despertar.

domingo, 9 de octubre de 2016

Las razones mezquinas del racismo

Entiendo que el origen de la xenofobia y racismo contra los mexicanos en Estados Unidos no tiene ninguna relación con temas de seguridad o cuestiones económicas, sino con la incongruencia entre los valores estéticos de unos y otros.

Como todo mundo dice, México es muchos Méxicos. No todos los mexicanos somos iguales, y en cuestiones estéticas, también. Muchos tenemos rasgos faciales cuasi caucásicos, que son los mexicanos que admiten en castings de televisión para comerciales de refrescos que extrañamente se ostentan como muy mexicanos. Otros tienen rasgos latinos pero estilo portugués o español, y muchos otros tienen rasgos bastante rudos y toscos, más bien indígena.

La figura mexicana a la que tiene acceso el pueblo estadounidense, que son las personas que cruzan la frontera arrastrándose entre las piedras como animales, no son nunca los que tienen rasgos cuasi europeos. Son las personas que tienen rasgos faciales rudos, indumentarias baratas y de mal gusto. La figura mexicana a la que tienen acceso los estadounidenses dista en mucho de asemejarse y menos aún confundirse con la figura caucásica o europea.

(Crestomatía. Imagen obtenida de http://www.animalpolitico.com/2014/08/scjn-desecha-solicitud-para-pronunciarse-sobre-detenciones-de-migrantes-en-mexico)

Los emigrantes irlandeses que llegaron a Estados Unidos en el siglo XIX eran europeos, blancos. Si bien también sufrieron racismo, no les llevó mucho tiempo ser asimilados por el pueblo estadounidense. A principios del siglo XX los irlandeses ya se habían asimilado exitosamente. Es decir, les tomó cosa de un siglo. Con los afroamericanos y asiáticos la cosa ha sido distinta, y no se diga con los mexicanos.

¿Por qué los irlandeses se asimilaron tan rápido, no así los afroamericanos y mexicanos? Tengo la impresión que su apariencia física permitió perfectamente esa asimilación. Es decir, los irlandeses podían ser abarcados por la mente del estadounidense caucásico. En un palabra, porque el estadounidense podía comprenderlos estéticamente. El mexicano, así, resulta incomprensible. El mexicano resulta un auténtico otro, un extraño que incluso atenta contra los valores estéticos estadounidenses con sus ropajes de vagabundo, sus rostros que asemejan a los simios y que parecen no servir para otra cosa que ejercer labores de limpieza, del campo o de restaurante.

Si acaso hay algo de razón en esto que ponemos en la mesa para una charla de café, ¿tal cosa nos parece horrible, detestable? No, no nos parece. Y los que digan que sí, probablemente lo digan sólo de dientes para fuera. ¿Cuántas veces no se ha visto a los propios mexicanos (por ejemplo a los de la CDMX) acosar con una mirada intrusiva y morbosa, a una muchacha indígena dentro de un centro comercial, digamos ubicado en La Condesa o Polanco?

Entonces, ante la pregunta, ¿por qué la figura mexicana es objeto de racismo por cierto grupo de estadounidenses? La respuesta es, en parte, por las mismas razones de por qué son racistas los mexicanos contra otros mexicanos que no comparten sus mismos valores estéticos.

Si una chica indígena oaxaqueña llega a la CDMX y se le ocurre entrar a una tienda de moda o a un centro comercial en Polanco, vistiendo ropa económica y acaso de mal gusto, pero principalmente portando esos rasgos faciales que distinguen a la gente indígena, va a ser observada y tratada con desprecio por una parte de los circunstantes, incluso por los mismos empleados que acaso tengan como mayor mérito en la vida haber ingresado como asalariado en ese centro comercial.

Ante lo cual es lícito preguntar: ¿por qué esos empleados, humildes dependientes de una plaza comercial, se atreven a expresar una conducta racista contra una pobre chica indígena oaxaqueña?

Si el dependiente fuera honesto, nos diría: Si la discrimino no es porque yo tenga más nada que ella, o porque sea mejor que ella, sino porque no se parece a mí, porque no se viste como yo, porque es fea como un animal.

domingo, 2 de octubre de 2016

Si Dios existe, probablemente no es perfecto

Tengo una cuenta en Taringa y diario llega a mi correo un email promocionando los posts populares. Aunque la mayoría de ellos son bastante tontos, uno que otro resulta muy interesante. Hace poco llegó uno en donde se anunciaba un post cuyo título era algo así como Refutaciones de las 5 demostraciones de Dios en Tomás de Aquino. Dije: "¡Pero qué impresionante, quién es capaz de decir algo así!". Así que decidí leerlo sin tardanza.

Por desgracia, el asombro con el que llegué desapareció casi de inmediato, y el texto, después de leer la primera refutación, me pareció que no merecía ser leído más, debido a la falta de inteligencia que tal post demostraba en materia filosófica.

Sin embargo, tal lectura me llevó a donde estoy ahora, a escribir algo sobre la idea de Dios. Cuando se estudia Filosofía, en verdad que resulta difícil ser ateo..., no es fácil demostrar la inexistencia de Dios.

Crestomatía. https://darkcornerbooks.files.wordpress.com/2015/11/3a26907f0a8e93ac79fddd7f41bb089e.jpg

Si posibilidad lógica significa aquello que no es necesariamente falso, entonces, aunque nos consideremos los más recalcitrantes ateos y enemigos de toda religión, debemos sucumbir a la luz de la razón y conceder al menos la posibilidad lógica de Dios, pues Dios no es una idea necesariamente falsa.

Ahora, para ir a donde quiero, demos por sentado que Dios existe. No se hable más.

Algunas personas tenemos cierta repugnancia a aceptar la idea de Dios. Los motivos de esto son ampliamente conocidos, y esencialmente se relacionan con el mal en el mundo. Entonces, yo creo que si no queremos parecer tontos afirmando que Dios no existe o que somos capaces de refutar su existencia, al menos podemos echar mano de una alternativa: apelar a su imperfección.

Por ejemplo, Hans Jonas sostiene que es contradictorio el concepto de omnipotencia aplicado a Dios, tomando en cuenta su relación con el hombre. Un ser omnipotente es aquel que no encuentra resistencia en ningún lado. Si Dios fuera omnipotente no podría existir nada que no fuera él mismo, por tanto, no podría existir el hombre ni el mundo.

Existen varios pensadores que, tras largas reflexiones, terminan por concebir a Dios como un ser que no lo puede todo, específicamente, evitar el mal.

(Crestomatía. Imagen obtenida del sitio https://sites.google.com/site/lossuperositos/los-horrores-del-holocausto)

Wolfgang Borchert, un escritor de la época del Holocausto, escribió una obra de teatro francamente desoladora, horrible, La calle sin puertas, en la que figura Dios como uno de sus personajes. Borchert le hace decir a Dios: ¡Y yo…, yo no puedo remediarlo!

Finalmente, una de las réplicas clásicas al argumento de que Dios no es omnipotente porque no puede evitar el mal, es que el mal nada tiene que ver con él. El mal es obra del hombre, y la libertad su condición necesaria.

Bueno, sí, evidentemente la causa inmediata del mal siempre es el hombre, sus inclinaciones, sus elecciones. Giulio Cesare Vanini afirmó una vez: Pero Dios otorgó al hombre las facultades para pecar. Si esto es cierto, y difícilmente podemos pensar que no sea así, pues en el contexto se entiende que es Dios el principio y causa del hombre, entonces no es el hombre solo quien hace encarnar el mal en la historia: detrás del ser humano hay decisiones divinas que han dispuesto al mundo como es, sin más dolor ni menos felicidad que la que es posible encontrar, todo inmediatamente la voluntad humana, pero mediatamente la voluntad del Señor.

¿Por qué razón Dios obraría así? Difícil saberlo. Pero algo parece más o menos claro, y es que, aunque su corazón chillara de odio contra la peste y el llanto de los niños maltratados, no pudo ni puede nunca evitar que sucedan las cosas horribles que pasan todos los días en nuestro mundo. Si Dios existe y es bueno (y nos conviene que así sea), es incapaz de ayudar a nadie con sus problemas.